Etnógrafo francés en el metro de Paris, y cuasi geógrafo/as chileno/as construyendo el imaginario colectivo de un viaje a Buenos Aires. De aquí parte el viaje, de un taller que recopila memoria colectiva y geográfica de una América latina inserta con o sin su consentimiento a la globalización; y bajo el lema o tema Ambiente y Desarrollo.
Resulta casi imposible ser geógrafo/a sin ser un poco etnógrafo/a, tal vez todo/as somos un poco etnógrafo/as, más allá de cómo nos denominemos titularmente.
Marc Auge nos habla de la geografía subterránea de la capital (cualquier viaje repetido traerá un recuerdo), pero cuando no conocemos, cuando no repetimos ¿cómo construimos memoria? a fuerza de imágenes, de impulsos, de colectividades imaginarias.
Como buen geógrafo (siendo etnógrafo) Auge cuenta que las idas y venidas regulares de su niñez dibujaron su territorio propio, como cada uno de nosotros/as cuando sometemos a la memoria nuestro recorrido a la escuela, o porqué no decir, lo primero que nos dijo Álvarez (responsable académico de todo este viaje): recuerden la primera vez que salieron de su casa, que armaron su propio mapa, solos por el vecindario.- Mi respuesta, luego de un largo bagaje mental, en la ruca en la pre cordillera Vilchana, cuando tras bajar la escalera de tres peldaños que me separaba del trumao, descubrí a las cabras comiéndose una sandia que estaba sobre la mesa, bajo el roble (lo que recuerdo de infancia).
El tema es la configuración que hacemos de cada recorrido, a qué lo asociamos, cómo lo codificamos, lo interpretamos y lo damos a entender. Auge habla del metro parisense, ese mundo subterráneo, bastante distinto al metro de Santiago y más aún a nuestro metro tren de Valparaíso. Pero hay algo común en todo ellos, no importa lo apurados que estemos, el metro no se apura ni se detiene por nosotros, en este submundo somos propensos al recuerdo, a la codificación y decodificación del paisaje, al enamoramiento de estación.
Bueno, pero lo que nos remite a Marc Auge es su etnografía de la gente del metro, de esa imagen del joven, del adulto, del mendigo, que se redescubre en el metro, la identificación de un patrón, la colectivización de una imagen que nos refleja lo que los otros son, lo que nosotros mismos ya no somos. Entonces con el paisaje ocurrirá lo mismo, construiremos la imagen en base a un patrón, a una colectivización de lo conocido, ya sea en spot publicitarios o en las películas? Y si esto no ocurre?, y si nos lanzamos a navegar por lo desconocido y nos permitimos imaginar algo totalmente distinto?.
Las personas de la misma edad tienen necesariamente, si no recuerdos comunes, por lo menos recuerdos en común (1). La mayoría de los participantes de este viaje y por ende de este taller provienen de Santiago, cuando se les cambio el nombre a algunas estaciones del metro santiaguino, les parecía una tontera, cuál era el sentido, ellos la seguirán llamando, al menos, por un tiempo como antes, probablemente su padres y abuelos las sigan llamando siempre por su antiguo nombre. Pero tras esa “gran empresa de mejoramiento del transporte urbano santiaguino”, los nuevos pasajeros del metro las llamarán por su nuevo nombre, jamás sabrán de la existencia de otra denominación, y entonces ya pertenecerán a otro imaginario, a ese que puede palpar en carne propia el recorrido superficial del metro e interiorizar que no son 5 líneas rectas atravesando la capital, como muchos de los antiguos pensamos obnubilados por el cartograma de los círculos y el nombre de las estaciones sobre líneas de distinto color. Pienso que debe ser una sensación similar a la primera vez que tome el metro y baje en un par de estaciones más, creyendo que estaba en el mismo lugar, tenía cerca de seis años y los lugares para mí, en ese tiempo eran todos distintos. Hoy con unos años más, los lugares no son tan distintos, no al menos en su estructura.
Volviendo al metro o al viaje, lo mejor de ambos es que en mayor o menor escala, cuando abordamos un vagón o el bus, o el medio que nos moviliza hacia otro lugar, se cambia también de estado, como dice Auge: al cambiar de actividad a ciertas horas, cambian también de “lugar”…y de rol (2). Subrayo lugar por el sentido de identidad, de vivencia que esta palabra implica en nuestra disciplina.
Cuándo uno llega del campo quién es?, Cuándo llegamos de la universidad?, Cuándo volvemos a nuestra tierra?, Cuando lleguemos a Buenos Aires quiénes seremos?
Para empezar con esta historia parece suficiente, quedan alrededor de cuatro meses para continuar, así que solo me limitare a agregar una frase de Auge (3):
“El metro ya me había enseñado que siempre se puede cambiar de línea y de andén y que, si uno no puede escapar a la red, esta permite sin embargo algunos bellos rodeos”
Auge Marc, “Un viajero subterráneo”, (1) Pág.33, (2) Pág.95, (3) Pág. 117, Ed. Gedisa, 1998
jueves, 23 de agosto de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario