Según Julio Medem, connotado director de cine:
“Vivimos a la altura de nuestros ojos, entre los átomos y las estrellas”.
De mano de la frase supongo un alcance mental a la altura de lo conocido, de lo entendido como sustancia, sin embargo podremos imaginarnos ese constructo como aquel itinerario cognitivo fractal que divaga entre el espacio tiempo repetición, o tal vez como rizoma sin principio ni fin, en un constante centro o medio donde solo caben entradas y salidas.
Lo claro “que empeña sin manchar la hermosura” , como dice Sabina, es que debemos volver a la geografía.
Y muy gustosa por cierto, luego de descubrir la afinidad, y la afectividad construida a partir de este tema. Armando nuestras propias imágenes plasmadas en un espacio por cierto “concreto” (este blog) aunque insustancial.
Sigo con Medem, una forma de retornar a la geografía desde el imaginario de dos niños, que se convirtieron en amantes, que en la cotidianidad y la casualidad fueron construyendo a su imagen el círculo polar Ártico, Laponia en Finlandia.
jueves, 20 de septiembre de 2007
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1 comentario:
El sentir la Geografía como niños nos puede ayudar a limpiarnos de todo conocimiento mundano y tratar de crear una nueva geografía, una geografia que tenga como principio el respeto hacia toda entidad territorial.
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