Al parecer pocos conocen la situación que aqueja a los cuatro mil kilómetros de costa que limitan el territorio chileno por su lado oeste. El mar, ese mar que tranquilo te baña, lo hará cada vez más tranquilo debido a la cantidad de especies marinas que han desaparecido y están a punto de desaparecer producto de la sobreexplotación del recurso.
En poco más de tres años ya no quedará merluza en nuestro mar, las salmoneras habrán contaminado de tal forma el sustrato marino que impedirá cualquier manifestación de vida, la pesca de arrastre se llevara los oficios, los sueños y las tradiciones de la pesca artesanal, sin impedimento y avalada por la ley maldita.
Me dedicare a hablar del caso especifico de la industria salmonera, una de las actividades más productivas de Chile, que lo sitúa como el mayor productor de salmones de nuestro continente y segundo del mundo, siendo sólo superado por Noruega (1).
Situándonos geográficamente, la industria salmonera chilena se localiza principalmente en la décima y undécima región, ubicadas estratégicamente en sectores de difícil acceso, donde las piscinas parecieran tratar de ocultar su vergonzosa actividad. La cantidad de residuos eliminados por las mismas contamina en dichas regiones cuatro veces más que los desechos de sus habitantes (2).
El problema va más allá de la destrucción de los ecosistemas propios de estos territorios, se traduce en la desaparición de una tradición asociada a la extracción de recursos marinos, la pesca artesanal. La industria salmonera por una parte contamina el sustrato impidiendo la reproducción de especies y por otra parte, requiere de un alto porcentaje de alimento para proporcionar a estas piscinas, el cual es extraído mar adentro, generando un mayor déficit a los pescadores artesanales.
La industria salmonera no solo arrasa con el recurso marino, también sumerge en las profundidades a sus trabajadores, las condiciones de precariedad laboral y tratos ilegales parecen ser otra de las realidades que la institucionalidad chilena oculta, bajo leyes y convenios internacionales que nunca han sido un impedimento para que las grandes transnacionales usen y abusen de nuestros recursos.
Surge entonces la pregunta del imaginario ¿cómo dibujarán los niños el mar?, como una masa de agua inerte, sin barquitos, ni hombres con cañas, sin peces. Y el mes del mar solo será el recuerdo de una guerra más triste y verdadera, donde derrotados entregamos la vida de todo un ecosistema por unos cuantos millones, que jamás llegamos a ver.
Reyes Yafza, "La cara no visible de la industria salmonera en Chile" (1) y (2), [www.elamaule.cl/admin/render/noticia/3768], 05/06/2006,visitado 08/09/2007
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1 comentario:
¿Que pasa con Bolivia? Hace cuanto tiempo que ya no tienen mar, y sin embargo siguen "imaginandose" un país con mar. Tanto que les enseñan a sus hijos cantos y representaciones para el día del mar e incluso cuentan con una armada.
Quizas si, el Mar se esta convirtiendo en un imaginario, pero seguira existiendo como una realidad "aparente".
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